Para celebrar el 50.° aniversario del nacimiento del icónico Royal Oak, Audemars Piguet lanzó un Royal Oak Tourbillon Extra-Thin RD#3 con esfera violeta y 37 mm de diámetro, unas dimensiones nuevas para este modelo. Al igual que otras marcas, Audemars Piguet también apuesta cada vez más por tamaños más pequeños para satisfacer la tendencia de 36 mm a 39 mm. ¿Pero cómo es llevar un Royal Oak de 37 mm? Desde 2020, tengo la fortuna de poseer un 15450ST.OO.1256ST.01. En este artículo me gustaría compartir mis experiencias con este reloj tan popular y revelarle qué es lo que me gusta del Royal Oak (¡y qué no!).
¿De qué estamos hablando? Las especificaciones
Compré este reloj de segunda mano en el año 2020. Audemars Piguet llevaba fabricando esta referencia desde el 2015. Aunque adquirí el reloj de un comerciante fiable de Alemania tanto con garantía como con certificado de autenticidad, para mí era importante contar con el estuche y los papeles originales de cara a la conservación del valor para una posible reventa. En estos documentos pude ver que en un principio el reloj se había enviado a Italia en 2016. Lamentablemente, sin la reluciente caja de madera verde, sino en cartón con una ventanilla transparente.
La caja de la referencia 15450ST.OO.1256ST.01, elaborada en acero inoxidable, mide 37 mm de diámetro y 9.8 mm de altura. Así que es algo más gruesa que en los modelos Ultra Thin de 8.1 mm. Además, la caja es hermética hasta los 50 metros debido a la corona atornillada. Un elemento destacado de todos los modelos Royal Oak es, por supuesto, la esfera «Grande Tapisserie», que en este reloj es de color blanco plateado. Los índices en aplique, así como las agujas, son de oro blanco y cuentan con un ligero recubrimiento luminiscente. En su interior late el hermoso y popular calibre automático 3120 con función de cronógrafo, fecha a la altura de las 3 y una reserva de marcha de 60 horas. Destaca el rotor de oro de 22 quilates con un grabado hecho a mano. El movimiento se puede observar a través del fondo de caja de cristal de zafiro. Además de por su bisel octogonal, el Royal Oak se convirtió en todo un icono por su fino brazalete integrado. Este también está fabricado en acero inoxidable y asegurado con un cierre plegable.
Lo que me gusta del Royal Oak 37 mm
Cuanto, en 2020, me surgió la posibilidad de hacerme con un Royal Oak, no lo dudé mucho. Después de vender algunos relojes de mi colección, fui a por él. El prestigio asociado con el Royal Oak fue, sin duda, un factor decisivo para la compra. Si pregunta a entusiastas de la relojería, no oirá sino elogios de esta marca de Le Brassus. El Royal Oak es un icono atemporal. El distintivo diseño de Gérald Genta de 1972 y su popularidad y presencia en el mundo de la relojería y la cultura pop se suman al atractivo del Royal Oak. Este reloj se ha convertido en todo un referente por algunas de sus características, como el brazalete integrado.
No me juzgue, pero una de las cosas que me gustan del reloj es que casi ha alcanzado el estatus de leyenda y es inconfundible en la muñeca. Tanto es así que otros fabricantes toman su diseño como base o inspiración. Cada vez que me pongo este reloj, disfruto al volver a observar de cerca estas características icónicas y recordar que es uno de los modelos de relojes más populares que existen. Esto va acompañado de un cierto orgullo y veneración que contribuyen al encanto del reloj. Uno siente (o al menos eso se dice a sí mismo) que lleva en la muñeca un reloj especial, incluso desde un punto de vista histórico.
Un factor que está directamente relacionado con este aspecto es, sin duda, la popularidad y la conservación del valor del reloj. Para mí, el posible potencial de inversión no fue un factor decisivo para la compra. Aunque pensé que su valor seguramente se mantendría estable, no era mi intención especular con que el modelo de 37 mm, menos popular hasta la fecha, también evolucionaría con la misma fuerza.
Otro factor es que, en mi opinión, este reloj realmente es el epítome de un diseño atemporal. Hasta hace pocos años, el modelo de 37 mm se consideraba como la versión del Royal Oak para damas. Pero esto ha ido cambiando con la tendencia actual hacia relojes más compactos. En mi opinión, las proporciones de este reloj son ideales tanto para hombres como para mujeres. El Royal Oak tiene una gran presencia en la muñeca debido a la forma de la caja y el brazalete, por lo que aun con 37 mm no parece pequeño, sino intencionadamente discreto. Con sus bordes y esquinas, este modelo tiene un aspecto muy robusto y, desde luego, un carácter deportivo. Al mismo tiempo, sus delicados detalles, como el bisel pulido y el fondo de caja transparente, le aportan bellos reflejos de luz y una cierta elegancia. Esto hace que, para mí, el reloj sea perfectamente adecuado para ocasiones festivas. Es una auténtica delicia sostener el reloj al sol y admirar los juegos de luz que surgen, sobre todo en la esfera y la pulsera.
Desde mi punto de vista, otro aspecto positivo es el magnífico acabado del reloj. Si fuese a describir el tipo de coleccionista que soy, diría que me interesan más las características estéticas de los relojes. Para mí, la tecnología suele quedar en un segundo plano. Pero con el Royal Oak (en comparación con mi Datejust, por ejemplo) me sorprendo a mí mismo preguntándome cómo es posible que los bordes del brazalete tengan un acabado tan perfecto. O cómo se puede conseguir tal transición entre el pulido y el cepillado del bisel. Lo mismo ocurre con los «paneles» individuales de la esfera «Grande Tapisserie». Y la mayoría de estas características también poseen una función práctica. Pues el brazalete es más cómodo que ningún otro que yo conozca, y la caja biselada se adapta a la muñeca a la perfección, por lo que el reloj queda particularmente plano: la forma sigue a la función.
Lo que no me gusta del Royal Oak 37 mm
Pasemos ahora a los aspectos que no me gustan del Royal Oak. Lo que he mencionado antes como un punto positivo es, al mismo tiempo, una cuestión que cada vez me molesta más: su popularidad.
El Royal Oak está casi «sobrepresentado». En la cultura pop y las redes sociales en especial, este reloj se ensalza tanto que uno puede empezar a cansarse un poco de él. Por supuesto, no es un reloj con el que nos topemos en todas las muñecas, en absoluto; Audemars Piguet se asegura de ello con sus limitadas cifras de producción. Sin embargo, yo lo calificaría como un reloj de culto, lo que concede a su imagen una cierta superficialidad que, en mi opinión, no se merece dado su diseño y extravagancia técnica. A mi parecer, este culto suele llevar a que no se observe con detenimiento el reloj. A menudo, las conversaciones acaban tras un simple «esto es un Royal Oak», sin que se profundice o se deba profundizar más en la historia, el diseño o las características del reloj, porque ya está todo dicho.
Otra cosa que, personalmente, no me agrada de este reloj es que tanto bombo y platillo, junto con el aumento extremo de su valor, me hacen seguir más su rendimiento económico. Con ello, el reloj pasa a ser más un objeto (de inversión), lo que no me gusta. Y es que ya me he sorprendido una o dos veces dudando sobre llevar el reloj a un evento, pues cualquier arañazo podría disminuir su valor. Inevitablemente, hace que piense más en el carácter de inversión de los relojes y, como romántico entre los entusiastas de la relojería, ¡aún soy algo reacio a ello!
Cuando hablamos del valor de un reloj, también tenemos que hablar de su coste. El mantenimiento de este reloj no resulta barato. Hemos de tener en cuenta, por ejemplo, que la versión de 37 mm tiene un brazalete relativamente corto. Con un diámetro de muñeca de 17 cm, para mí era demasiado estrecho. Así que tuve que adquirir un eslabón más en una boutique de Audemars Piguet, lo que me costó unos 300 euros adicionales. Además, tuve que (o quise) cambiar otro eslabón porque tenía un arañazo muy feo. Y hablando de arañazos: no puedo confirmar que este reloj sea más susceptible a los arañazos que, por ejemplo, un Datejust de acero inoxidable. Pero estos rasguños son más difíciles y costosos de corregir, porque no todos los relojeros cuentan con las herramientas y conocimientos adecuados para restaurar profesionalmente el pulido especial del bisel o el brazalete. Así que cualquier arañazo implica tener que sustituir el eslabón de la pulsera o enviarlo a Audemars Piguet para que lo devuelvan a su estado original. Además, hay que considera que los gastos de mantenimiento, según la situación, pueden rondar incluso los 2000 o 3000 euros.
Resumen
Para mí, el Royal Oak es uno de los relojes con mejor estética del mercado. Un auténtico líder a la hora de inspirar a otras marcas de relojes, ya sea con su diseño o con el marketing del reloj en sí. Y hace honor a esta pretensión en la muñeca. Pues ningún otro reloj resulta tan cómodo de llevar ni hermoso como el Royal Oak. Pero, al mismo tiempo, este nombre hace que haya que pagar un coste adicional para adquirirlo y mantenerlo, y no todo el mundo quiere que su reloj se convierta en un objeto de culto.
