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Cómo se desarrolló el mecanismo de cuerda automático – Parte 1

De Tim Breining
30 de abril de 2019
6 minutos
Cómo se desarrolló el mecanismo de cuerda automático – Parte 1

Cómo se desarrolló el mecanismo de cuerda automático – Parte 1

Todo aquel que esté mínimamente interesado en los relojes mecánicos sabe que se dividen en relojes de cuerda manual y automáticos. Los primeros deben su popularidad a que el propietario desarrolla una estrecha relación con ellos; al fin y al cabo, hay que dedicarles algo de atención regularmente, más allá de usarlos para saber la hora. Los relojes automáticos, por otro lado, se suelen preferir por cuestiones de comodidad, y es que, siempre y cuando se lleven con regularidad, funcionan indefinidamente. No obstante, lo que pocos saben es qué sucede exactamente en el interior de un reloj automático y las aventuras que se vivieron durante su elaboración.

Desde que se inventó el reloj automático, aquellos que lo visten apenas tienen que preocuparse de nada. En uno de nuestros artículos anteriores ya habíamos tratado sobre las cuestiones básicas de los relojes automáticos y sobre cómo manejarlos correctamente. No obstante, los mecanismos de su interior y la historia de su creación merecen que los examinemos con más detalle, pues prestan un enorme servicio. Precisamente a eso nos vamos a dedicar en este artículo de dos partes.

Seiko Presage
Seiko Presage con el mecanismo de palanca mágica de SeikoSeiko Presage – Descubra las ofertas en Chrono24Imagen: Bert Buijsrogge

Un móvil perpetuo en la muñeca

Aunque se sabe que un móvil perpetuo (una máquina capaz de funcionar ininterrumpidamente sin necesidad de una fuente de energía) es físicamente imposible, eso es precisamente lo que parece lograr un reloj automático. Incluso los movimientos más pequeños de la muñeca aportan energía al reloj sin necesidad de realizar ningún esfuerzo de manera consciente.

Se puede reconocer fácilmente un reloj automático por el rotor que hay en el lado del mecanismo y que sirve de masa oscilante. Cuando se mueve el brazo, en la parte inferior del reloj un rotor dentado gira sobre su eje e impulsa un tren de engranajes. Este reduce la velocidad de rotación y aumenta con ello el momento de giro (la fuerza rotatoria) lo suficiente como para tensar el muelle real. Esta relación de transmisión hace que, en comparación con el sistema de cuerda manual a través de la corona, el rotor necesite muchas más vueltas para cargarse por completo. Sin embargo, eso no supone ningún problema, pues todo ocurre sin apenas notarlo.

De vuelta al principio

El rotor está presente en todos los relojes automáticos; podría decirse que es la única forma de hacer posible este tipo de reloj. A lo largo de la historia, no obstante, han surgido un gran número de propuestas alternativas, desde ideas simplemente geniales hasta construcciones de lo más extrañas.

Se sabe que, en la década de 1770, un relojero inventó un reloj que, ya por aquel entonces, empleaba un rotor como los que conocemos en la actualidad. Durante mucho tiempo se atribuyó esta creación a Abraham-Louis Perrelet, aunque hoy en día los especialistas consideran que su verdadero inventor fue el belga Hubert Sarton. La búsqueda de su auténtico creador ha llenado de tinta muchos libros y, hasta el momento, no se ha esclarecido al 100 %, lo que pasa a ser un tema de conversación excelente para los más entusiastas de la relojería. Lo importante para este artículo, en cualquier caso, es que este logro histórico, que tan adelantado estaba a su tiempo, permaneció oculto hasta 1949.

Cerca de una década después también se introdujo en el tema el conocido tocayo de Perrelet, Abraham-Louis Breguet. Este construyó un mecanismo de cuerda automático con una masa oscilante pendular que solo podía moverse hacia arriba y hacia abajo. El Atum Hamatic de Moritz Grossmann es un reloj moderno con un mecanismo de este tipo.

El mecanismo del Moritz Grossmann Hamatic con sistema de cuerda automático de martillo
El mecanismo del Moritz Grossmann Hamatic con sistema de cuerda automático de martillo

Intentos fallidos y curiosidades

Avancemos un cuarto de milenio: los relojes de muñeca habían demostrado su utilidad durante la Primera Guerra Mundial y se habían establecido también en el día a día civil, lo que dio lugar a toda una serie de diseños curiosos de relojes automáticos. Allá por los años 20, el reloj «Rolls» de Léon Hatot incorporó una proeza particular: el mecanismo entero se deslizaba en la caja por unos raíles con rodamientos de bolas para dar cuerda al reloj.

A los que prefieren vestir relojes holgados en la muñeca no les habría hecho demasiada gracia el «Autorist» de John Harwoods. Este modelo se cargaba con ayuda de una asa que hacía de palanca utilizando la tensión creada en la pulsera. Harwood también diseñó relojes con una masa oscilante central, pero esta solo podía recorrer un cierto rango angular en el mecanismo y oscilaba entre dos resortes amortiguadores. Dicha variante también se considera un sistema de cuerda automático de martillo y se puede encontrar en múltiples modelos vintage de la marca Omega.

Omega Hammerautomatik
Vintage Omega

Rolex definió el estándar

En 1933, una empresa bien conocida por todos introdujo el rotor de 360° para relojes de pulsera automáticos: Rolex. A lo largo de los años 50, esta solución logró establecerse como la más eficiente y fiable. Con el tiempo, la superioridad de este concepto hizo disminuir la cantidad de alternativas que pretendían competir en este tema. Por eso, desde la perspectiva actual, los diseños mencionados anteriormente no son más que curiosidades de la relojería.

En el momento en el que se introdujo este sistema de cuerda con rotor, la invención se atribuyó a Rolex. Nadie podía imaginar que, en 1949, se descubrirían relojes similares del siglo XVIII. Si tenemos una visión retrospectiva se podría decir que, en cuanto al concepto del mecanismo automático, se volvió al punto de partida. Al igual que lo hace el rotor en el movimiento del reloj.

Para poder inspeccionar el apreciado calibre 3135 de Rolex hay que retirar el fondo de la caja.
Para poder inspeccionar el apreciado calibre 3135 de Rolex hay que retirar el fondo de la caja.Imagen: Bert Buijsrogge

El perfeccionamiento del calibre automático

Si bien los principios básicos se han conservado hasta el día de hoy, la evolución del sistema de marcha automática con rotor dista de haber concluido. Los relojes del siglo XVIII mencionados ya empleaban las dos direcciones de giro del rotor para dar cuerda al barrilete. La variante de Rolex, no obstante, no lo hacía; fue la empresa Felsa quien introdujo (de nuevo) la rotación bidireccional. Por aquel entonces, esto no solo supuso una ingeniosa innovación, sino también una elegante forma de circunnavegar la patente de Rolex.

Pero, ¿cómo funciona algo tan técnico? La respuesta es mediante un cambio mecánico que rectifica la rotación en ambos sentidos, de manera que se da cuerda al barrilete independientemente de la dirección de giro del rotor. Aún en la actualidad existen un gran número de construcciones diferentes de este mecanismo. Sin entrar demasiado en detalles, a continuación presentamos algunas versiones dignas de mención:

  • La palanca mágica de Seiko, un sistema de cuerda sorprendentemente simple
  • Ruedas dentadas dobles, como las que se pueden hallar en el típico ETA2824-2, pero también en el Rolex 3135
  • El sofisticado sistema automático Pellaton de IWC, que emplea cerámica con óxido de circonio para minimizar el desgaste
  • Un balancín con dos ruedas dentadas, como se puede encontrar en el calibre Epsilon del modelo Tangomat de NOMOS Glashütte
Los componentes negros de cerámica del sistema de cuerda Pellaton de IWC contrastan claramente con el resto del mecanismo.
Los componentes negros de cerámica del sistema de cuerda Pellaton de IWC contrastan claramente con el resto del mecanismo. Imagen: Bert Buijsrogge

A pesar de que el sistema de cuerda bidireccional está muy extendido, algunos fabricantes permanecen fieles al mecanismo unidireccional. Este se encuentra, por ejemplo, en el reputado calibre Valjoux 7750, pero también en movimientos más exclusivos como el Girard Perregaux GP01800-0008, el modelo que impulsa la línea Laureato.

Las invenciones que afloraron entre 1950 y la crisis del cuarzo siguieron reduciendo el desgaste y optimizando la eficiencia, y mejoraron sobre todo la integración del sistema de cuerda en el mecanismo. Hasta entonces, los movimientos automáticos eran muy voluminosos, dado que el rotor se solía construir como un módulo adicional al calibre básico existente. Hasta que se pudo disfrutar del primer cronógrafo de muñeca con un sistema de cuerda automático pasaron casi 20 años más.

El calibre Epsilon de NOMOS
El calibre Epsilon de NOMOS – aquí en el modelo Ahoi. Sobre las 5 horas, cerca del centro del mecanismo, se puede reconocer el balancín que permite la rotación en ambas direcciones. NOMOS Ahoi – Descubra las ofertas en Chrono24Imagen: Bert Buijsrogge

El renacimiento del reloj mecánico como motor de innovación

Al resurgir el interés por los relojes mecánicos como objetos de coleccionista o símbolos de estatus por fin se allanó el camino a innovaciones más complejas y creativas, ante todo en la Haute Horlogerie. Entre estas nuevas invenciones existen algunas que décadas antes ya habían sido ideadas por diseñadores de la industria relojera, pero que se habían descartado por ser consideradas demasiado laboriosas y poco rentables. En la segunda parte de este artículo le mostraremos varias de estas construcciones y examinaremos detalladamente algunas de las soluciones más sofisticadas y llamativas. ¡No se lo pierda!

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Sobre el autor

Tim Breining

Tim Breining

Mi interés en los relojes empezó alrededor de 2014, cuando aún estaba estudiando ingeniería. Mi curiosidad inicial se transformó pronto en pasión. Puesto que la sede …

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