El mundo de la relojería está repleto de innovaciones e intrincadas complicaciones, todas ellas diseñadas para exhibir la habilidad del relojero, intrigar al usuario y elevar el arte de la relojería. Entre estas complicaciones se encuentra una cuya historia es tan rica y compleja como su función: el cronógrafo.
El cronógrafo es una creación notable e icónica que permite al usuario cronometrar con precisión eventos y, junto con un pulsómetro, taquímetro o telémetro, realizar operaciones matemáticas para calcular pulsaciones, velocidades medias o distancias medias. Sin embargo, por muy importante que haya demostrado ser el cronógrafo en el ámbito de la relojería, su historia completa solo se ha revelado recientemente. ¡Así que destapemos lo que podamos!
¿Prefiere empezar con lo básico? Eche un vistazo a: ¿Qué es un cronógrafo y cómo funciona?
El nacimiento del cronógrafo
El cronógrafo, que se sigue considerando una herramienta indispensable entre los entusiastas de la relojería, nació de la necesidad de cronometrar tiempos con precisión e independientemente del segundero estándar de un reloj. Con sus prácticos pulsadores para iniciar, detener y reiniciar la función de medición del tiempo, el cronógrafo se convirtió rápidamente en una prestación fundamental de la relojería moderna. Pero no siempre ha sido así.
Durante años, la creación del cronógrafo se atribuyó a Nicolas Mathieu Rieussec, quien, en 1821, recibió el encargo del rey francés Luis XVIII de crear un dispositivo para cronometrar las carreras de caballos. La solución de Rieussec fue una máquina que dejaba caer tinta sobre una esfera giratoria para indicar cuánto tiempo había pasado. Este aparato se denominó cronógrafo, a partir de las palabras griegas chronos (tiempo) y graphein (escribir). Hasta hace poco más de una década, se creía que este había sido el primer cronógrafo del mundo, pero nos equivocábamos.
Como muchas otras cosas en la historia de la relojería, los orígenes del cronógrafo son más complejos de lo que parecen a simple vista. Al parecer, la invención de Rieussec no cuenta la historia completa. Un revelador descubrimiento de 2013 hizo pedazos la narrativa convencional y puso en el punto de mira a Louis Moinet. Aunque la creación de Moinet no era exactamente un cronógrafo como los que conocemos hoy en día, en 1816 desarrolló un reloj de bolsillo con tres subesferas y un pulsador capaz de medir tiempos con una impresionante precisión de 1/60 de segundo que utilizó con equipos astronómicos.
La creación de Moinet operaba a una inaudita frecuencia de 30 Hz, lo cual superaba con creces los 3-5 Hz de los escapes de los relojes de la época. De manera que Moinet no solo fue el inventor legítimo del cronógrafo más de cinco años antes, sino que además sobrepasó tanto los límites de la ingeniería horológica que su invención no dista mucho del aspecto y funcionamiento del cronógrafo de un reloj actual.
¿Conoce la diferencia entre un cronógrafo y un cronómetro?
La evolución del cronógrafo
Los cronógrafos todavía preservan su relevancia y la han seguido desarrollando hasta la fecha, abriéndose paso en relojes herramienta confeccionados a medida para distintas industrias. La aviación, el automovilismo, el submarinismo, el ejército e incluso la exploración espacial están en deuda con el cronógrafo por permitirles cronometrar tiempos con precisión en sus respectivos cometidos. Desde medir la duración de una inmersión hasta calcular el tiempo de una vuelta en una carrera, las tasas de consumo de combustible o incluso la ignición de 14 segundos que salvó la misión lunar Apolo 13, el cronógrafo continúa siendo una versátil calculadora ceñida la muñeca que ha dejado su huella en aquellos que la llevan.
¿Pero cómo evolucionó el cronógrafo desde el reloj de bolsillo de Moinet hasta convertirse en todo lo que es hoy? Pues bien, en esta historia entra en juego un nombre muy conocido en el mundo de la relojería: Breitling. Esta marca, fundada en 1884, pronto se dio a conocer por sus relojes de bolsillo, que solían incluir complicaciones de cronógrafo. Para 1893, Breitling ya había vendido 100 000 cronógrafos.
Fue en 1913 cuando Breitling, liderada por Gaston, el hijo del fundador Leon Breitling, lanzó el primer cronógrafo ceñido a la muñeca. Presentaba un único pulsador independiente a las 2 en punto, con lo que se asemejaba mucho a los cronógrafos que tenemos en la actualidad. En 1934, Willy Breitling llevó las cosas un paso más allá y añadió un segundo pulsador a la caja del cronógrafo a las 4 en punto, destinado a poner a cero la aguja del cronógrafo. Esto desembocó en la icónica complicación que tanto apreciamos a día de hoy.
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El cronógrafo moderno
Por supuesto, la historia del cronógrafo no acaba ahí. Esta complicación, que desde un principio estuvo impulsada por movimientos de cuerda manual, presenció otro avance significativo: el mecanismo de cuerda automática. Aquí es donde las cosas se vuelven un poco más dramáticas. Para mediados de la década de 1960, varias marcas se habían dado cuenta de que crear el primer cronógrafo automático del mundo era una hazaña que deseaban protagonizar.
No obstante, los cronógrafos son una complicación increíblemente compleja, a pesar de ser casi omnipresentes a día de hoy. Rolex ni siquiera disponía de su propio movimiento de cronógrafo de manufactura hasta el año 2000, y Patek Philippe no lanzó uno hasta comienzos del siglo XXI. Así que es evidente que crear el primer cronógrafo automático del mundo no era tarea fácil.
En 1969, tres contendientes se establecieron como los líderes de la carrera por desarrollar el primer cronógrafo automático: Zenith, Seiko y una asociación entre Heuer, Breitling, Hamilton y el especialista en movimientos Dubois Dépraz. Se podría considerar a cualquiera de ellos como ganador, según a quién le pregunte y qué parámetros utilice como línea de meta.
Zenith lanzó al público el primer prototipo de cronógrafo automático funcional, denominado El Primero, en enero de 1969, pero las entregas a clientes no comenzaron hasta otoño de ese mismo año. Seiko, que al parecer no se había dado cuenta de que era una carrera porque no se encontraba en Suiza, tuvo su cronógrafo automático (la ref. 6139) listo para la venta en marzo de 1969, pero solo para clientes nacionales japoneses. Las ventas fuera de este país no comenzaron hasta 1970. Por último, todas las marcas del grupo Chronomatic lanzaron sendos relojes simultáneamente a las 5 de la tarde del 3 de marzo de 1969 en conferencias de prensa en Ginebra.
Para cuando comenzó la Basel Watch Fair a principios de abril, cada una de las marcas del grupo tenía 100 ejemplares que mostrar al mundo, y los envíos de Heuer, Hamilton y Breitling a clientes internacionales empezaron en verano de 1969. Entonces, ¿a quién se podría coronar con el primer puesto? Eso lo dejo en sus manos.
Desde la carrera de 1969, el cronógrafo apenas ha experimentado cambios. Su función básica es prácticamente la misma, salvo por la introducción de complicaciones como la función flyback, la medición de vueltas y el cronógrafo ratrapante, que poseen una complejidad equivalente al tourbillon. Pero esto no significa que su impacto en la relojería no haya sido profundo. Al fin y al cabo, el cronógrafo es la complicación cuya función está más unida al espíritu de la relojería: medir el tiempo.
